Como pastelina y el tiempo en una cajita

Hace como una semana que vivo más dentro de mí que fuera, y no es porque ahora lo más emocionante que hago es ir a estudiar mañana y tarde, se debe a que dentro todo es más fácil. Escribo sus diálogos, se enfadan, alegran, enfurecen, sonríen, duermen sin o con sueños, y al final con poco más de 500 palabras aparece una escena, y todo es perfecto. Y el sentimiento que desprenden se impregna en mí, y estoy alegre, furiosa, con ansias de imaginar una nueva escena que me descubra un poco más como son.
Parece estúpido, no estoy segura ni siquiera de que lo que digo ahora tenga mucha coherencia, pero es que esta semana mi interior me ha sorbido la mente, no dejo de pensar en lo que escribo.
Me paso horas estudiando, me paso horas imaginado, y al final del día solo me queda poner la alarma del móvil para despertarme pronto y que todo vuelva a empezar, a lo mejor es que no termina, pero de lo que si estoy segura es que me quedan veinte días como estos, iguales en esencia. Y me pregunto, es malo o es lo mejor que me podría pasar, no me contesto porque diga lo que diga, mañana el día volverá a empezar y con ello un nuevo post que en esencia sería igual a este.

Frases que me acaban de decir mis estimadas compañeras de piso, son las 22 de la noche:
1) Después de pasarme toda la tarde frente al ordenador trabajando y sin contacto humano, voy al salón para estar con ellas, y digo que tengo un poco de tontería encima porque necesito hablar con gente, porque lo que es el ordenador no lo hace, y La Fantástica va y me suelta pues que vaya a la página de Ikea y habla con la mujer que hay, pero que no le haga preguntas difíciles porque la pobre te lo dice y todo.
2) Luego la Acalorá va y me suelta que es verdad eso que dicen de que la inteligencia artificial va a terminar con nosotros. Esto lo ha dicho porque cuando me he sentado en el sofá tenía en brazos el portátil y casi me lo estampo en toda la cara y me caigo del sofá, la verdad es que cuando casi se produce el porrazo informático he cerrado los ojos y todo, como si eso fuese a evitar que me golpease.