Me siento y...

Miro el cielo desde el autobús y con un dedo compacto las nubes que yo quiero. Nunca son iguales aunque busqué las mismas formas, y solo con un poco de paciencia se vuelven reales. Hay días que son grises como yo, otros de un blanco que recuerdan a estrellas más brillantes que el sol. Y me alegro viendo animales, personas o formas bonitas en nubes tranquilas. A veces el cielo se confunde con el mar, y por más que intento no encuentro ningún lugar con nubes para dibujar, y me centro en la música que escucho, cierro los ojos (cuando llevo gafas de sol), abstrayéndome de mi pensamiento. Y durante el segundo más corto que existe, me siento feliz, y no recuerdo que me estoy dirigiendo a la clase más aburrida del firmamento (vamos a la clase plasta de siempre).

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