Te ha pasado alguna que vez que te has callado cosas, que las guardas y cuando los otros no miran, les prestas toda la atención que deseas. Querer contarlas pero no encontrar nunca el momento o la ocasión, o cuando estas se presentan, resulta que prefieres no decir nada. Se dice que a veces nos ahogamos en un vaso de agua, creo que ayer en lugar de eso pasé directamente a bucear en él. Cosas que son buenas me parecieron una carga, y en lugar de frenarme me envalentoné.
Al final el remordimiento puede más que lo otro, recobro la capacidad de flotar dentro del vaso, e intento que nada cambie, no me gustan los cambios. Luego te das cuenta que el problema no eres tú, el problema es no contar las cosas, lo que piensas, lo que analizas….es necesario que alguien escuche y haga ver lo malo de esta actitud, oír que eso es una chorrada.
Y recobro la polaridad, y se que nada sucede porque si, y que los cambios en verdad no existen porque nada es estático, y vuelvo a imaginar las mismas banalidades de siempre y ya no me preocupa pensar en ellas, todo sigue siendo como antes de mi buceo, los que pasa es que no me dejo hundir por mi propio plomo.

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